Stuffy no ha conocido nada más que el infierno, se ha criado y ha
vivido en la calle hasta que unos laceros lo atraparon y lo metieron en otro
infierno peor, la perrera.
Hay gente que piensa que los animales sobreviven bien en la calle,
nada más lejos de la realidad, lo único que tienen los perros callejeros es
hambre, sed, frío, patadas, gritos, atropellos y una larga lista de atrocidades.
Cuando recogimos a Stuffy pesaba 5 kg, cuando debería de pesar 10.
Está ciego de un ojo, pero el fondo del ojo no está dañado y con paciencia
puede que recupere algo de vista, según los veterinarios es debido a una patada
y también confirman que ha debido de sufrir una barbaridad, no sabía beber en
un cacharro limpio, tuvimos muchos problemas también con la comida, no se atrevía
a acercarse a su cacharro, en fin ha sido todo un aprendizaje.
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